La Venda

¡Un segundo, por piedad! Dejadme al menos mi venda.
Que más da, que más da...
¡Concededme al menos mi ceguera!
Si vas a morir igual...
Yo no quiero la vuestra. ¡Mis tinieblas! Tan sólo una vez más.
Tomalá, tomalá, dadle al reo su ultima voluntad...
Calla el condenado y su sonrisa estremece a los verdugos.
El cadalso aguarda.

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